martes, 4 de junio de 2013

4.2 Familia


La relación de Daniela con su familia de origen se encuentra marcada por su alejamiento de ésta a temprana edad, constituyendo un hecho crucial en ello la muerte de su madre. Con ella aparece en su relato un vínculo bastante estrecho, siendo presentada como una figura protectora, comprensiva y acogedora,  absolutamente opuesto a la descripción que entrega con relación a su padre, quien aparece como una persona distante y poco eficaz en el cuidado de sus hijos/as, convirtiéndose para Daniela en alguien altamente cuestionador con relación a su expresión genérica, a lo cual se suman sus hermanas.
“Ehhhh, mira mi mamá falleció cuando yo tenía 7-8 años. Y él tenía que encargarse de pagar los estudios míos y de mis hermanas. Él ni siquiera…. mis hermanas se fueron a vivir a otro lado”
“Exacto. Yo cacho que hasta menos, porque hasta los  7 que mi papá nunca me daba de comer cachai, mi papá ni siquiera…”
“Exacto. Nunca, nunca, pucha nunca independiente con mi papá no más me decía,  pero cachai igual así como que no… hasta cierta edad yo dije el me va a dejar de comer no más, me va a dar…me va  a dejar de dar de comer nada más hasta cierta edad, y que fueron hasta  los 14 años, menos yo cacho.”
Desde la muerte de la madre de Daniela su familia se comienza a desmembrar, el alcoholismo del padre y la posterior incursión de sus hermanas en las drogas y la delincuencia hacen aún más compleja la posibilidad de restaurar los vínculos rotos, perpetuándose con ello el distanciamiento que marcan la relación con su familia de origen.
“Si po´h no prácticamente ya estamos todos disp…, dis… como te dijera, sep…distanciados por decir, no tengo yo ahora el, el e….que decir ay te falta esto, o mi sobrina está sufriendo, no ahora yo vivo mi mundo, y tengo que seguir adelante sola, no estoy ni ahí con que me digan pucha, por mí no, gracias a Dios nunca me han dicho eso, por… yo tengo que decir por mí yo estoy saliendo sola adelante, nadie me ha sacado, nadie me ha dicho oye tú eres aquí, tú eres acá.”
Más allá de lo compleja que resultaba para Daniela la relación con su familia la separación de ésta igualmente connota soledad. La ruptura de estos vínculos rompe también con la reciprocidad en la preocupación y cumplimiento hacia los otros, ella ya no les exige ni espera nada de ellos, y por tanto ellos tampoco le pueden recriminar, así como tampoco exigir nada a ella.
La interacción con sus hermanas en tanto,  posee como sello la desconfianza y el rechazo basadas en prejuicios e ideas estigmatizadoras que se asocian a su vivencia genérica y orientación sexual. En ellas es posible visualizar resabios de modelos para los cuales estos sujetos presentan una sexualidad desviada y pervertida ligada a la ejecución de delitos de connotación sexual. Estas ideas son utilizadas como argumento para excluirla del círculo familiar, siendo presentada como una amenaza para éste.  Es la forma como en su familia de origen se manifiesta la sanción social al no cumplir con la hetero normatividad.
Esta reacción de su familia acrecienta su temor en el contacto social, bajo la lógica de si aquellos que lo debiesen apoyar, que debiesen confiar en uno, la propia familia, no lo hacen, la reacción de los otros, de quienes no lo conocen, puede ser aún más agresiva, acentuándose aún más el rechazo, discriminación y exclusión. Frente al establecimiento de contactos sociales se encuentra siempre patente la posibilidad de no ser aceptada, hecho que la conduce a adoptar una postura defensiva, mostrándose hiper reactiva e hiper alerta ante los comentarios y miradas de los otros.
 “(…) pero la persona que no te acepta y que te está rechazando va a dejar cachai a un lado todo porque hay chicas que le ha pasado ese tema, que no pueden ver a sus hijos por decir, a sus primos, y que aquí allá, y conmigo ha sido distinto, conmigo pucha han dejado a los críos conmigo, igual cachai y así como bien, y uno piensa que puede ser al revés. Pero con mis, con mis hermanas cuando me gritaron esas cosas, que me decían que yo supuestamente me podía violar a los bebes, y que aquí que acá cachai, ah yo les dije, palabras y palabras porque a las finales, aunque les dijeras palabras no me iban a entender…”
“Igual lo paso bien así con ellos, aunque eh con los bebes que ellos tengan igual tampoco me van a decir ¡ay no los tomí!  Casi todas tienen bebe ya, no por eso me van a decir ay no los tomí, al contrario, tienen confianza, igual le vas después explicando del tema, aunque ellos yo les he dicho si los bebes no saben de que yo, cachai, ellos saben que me van a ver como Daniela, no me van a ver  como las otras personas que ustedes como me conocieron. Así que no y ellos no tienen esa desconfianza conmigo de cuando tengo que ver al bebe y que aquí allá con los hijos, cachai, plena confianza. Porque igual, gracias a Dios nunca ha pasado ni con mis tíos, ni con mis primos, ni con mis vecinos de que  “Ay porque soy colita, o porque soy así  te van a ¡Ay no lo tomí!”
“(…) y yo  pa´ mí mi familia era mi mamá, y mi mamá murió yyyy ya la  tengo aquí (señala su corazón) y nunca más cachai, pero no mi papá no, igual que mis hermanas también,  no les pasa algo, yo no voy a estar velando por ellos  porque ellos por mí no lo van a hacer, y es más, mis tíos a mí me están diciendo si a mí acaso me llega a pasar algo ellos van a velar por mí, pero…no debe de ser cachai, porque  yo debe…yo debería de velar por las personas que me crie, que me criaron cachai yyyy mejor dicho voy a estar velando por las personas que me criaron,  no por las personas que me, que me  dieron por decir un tiempo de comer que fue mi familia que fue mi papá. Pero no, eh mis tíos igual me adoran, me  quieren todo el tema, y aunque quieran o no quieran me tienen que aceptar” (ríe)
Daniela es quien más resiente la muerte de su madre por el vínculo tan cercano que mantenían. Éste aparece para ella como un factor que permitiría entender su forma de comportarse e intereses, lo que para ella podría haber sido distinto si hubiese estado más cerca de su padre, como sí lo estuvieron sus hermanas, a quienes describe en algunos pasajes como poco femeninas.
Posterior a la muerte de su madre asume el rol de ésta en la casa, hecho que es fuertemente recriminado por su padre, quien permanentemente le reprocha sus comportamientos, por cuanto considera que éstos no se ajustan a la forma en la que debiese conducirse siendo hombre.
“Mi papá si me molestaba, porque no le gustaba que no le hiciera la cama, no le gustaba que hiciera el aseo en la casa cachai, porque él que… porque él pa´ él como el apellido que llevamos nosotros es bien de macho, la familia de mi papá es bien así como machista, mi papá me decía “no, si esto lo hacen las mujeres”. Pero si no están las chiquillas ¿quién querí que haga las cosas?, y a mí no me gusta la cochina, no me gusta vivir así. Hasta que un día yo le dije ya yo no me voy a preocupar de tú pieza ve tus huevas, así, hace tus cosas yo voy a hacer pero yo quiero mantener la casa limpia porque cuando vengan mis amigos, mis visitas yo quiero recibirlos bien.”
“(…) yo dije tengo que luchar por lo mío, tengo que luchar por lo que mi mamá luchó, cachai, pero no dejar de estudiar, no. Estudié cachai, me dediqué a la casa independiente de que mi papá esté o no esté, eh, eh mis hermanas van a estar por allá yo voy a estar acá. Porque todos también pensaban de que yo por que iba a quedar solo iba a ser marihuanero lo  que hace un chico  cuando está solo a esa edad, yo me dediqué a la casa, a que mi papá me pasara el sueldo por decir, no pa’ mí, pa’ mis hermanas.”
“Fui yo la segunda mamá de la casa cachai…”
 “(…)pero él siempre me decía eso de que yo tenía que hacer las cosas de los hombres y no de las mujeres, si cuando teníamos que ir a elevar volantines…me quedaba con mi mamá cocinando, mis hermanas tenían que ir porque era así como…”
“Así como muy afeminado cachai (…) Es que yo sentía que así como que mi mamá igual me acogía mucho, me por decir….me compraba lo que yo quería mis hermanas no, mi  papá a mis hermanas, era todo cambiado en la casa cachai.”
Tanto en las reacciones y comentarios de su padre, como en aquellos esgrimidos por otros integrantes de su familia, como abuelo o tíos, se hace patente el papel de la familia como agente transmisor de los ordenamientos de género. Con relación a ellos Daniela muestra su ajenidad respecto de los modelos de masculinidad que le eran presentados, modelos de los cuales no se sentía parte.
“Porque igual yo pensaba, cuando me decían “ay si a tí se te tiene…”porque es típico de los curaos cuando hablan los tíos, los tíos más viejos, ¡ay vo´h tení que pescarte a las minas y aquí y allá!... ay a mí no me interesa esa cosa yo hablaba cachai, no me interesa esa lesera, me iba pa´ donde ellas po´h a hablar del tema de que pucha el rímel o el vestido de novia o la revista cachai eran esas cosas o de monitos, no, no me gustaba el tema de….así que por eso me gustaba estar con la mina, con el tema de estar con los hombres, menos jugar a al tema de tema de las cartas. Yo encontraba todo el tema de hombres, lo encontraba super aburrido, no me gustaba pucha hablar de temas de hombres menos de fútbol, cuando hablaban de fútbol  era atroz, cuando veían partidos era atroz también y que ahí tenía que estar cachai, me ponía a veces que  ir a la cocina o mis primas se compraban algo y yo estaba ahí metío cachai, así.”
La familia se encuentra posicionada como un “agente en el que se supone la transmisión de valores y normas presentes en la sociedad, aparece (…) como un espacio en el que se yerguen y prescriben ciertos comportamientos, forjándose así las identidades de hombres y mujeres” (Márquez, A., 2004, p. 148).
Daniela, a través de los discursos de quienes conforman su círculo de relaciones cercanas, va teniendo conocimiento de las expectativas a las que los demás esperan que responda en las diversas etapas de su vida. Acorde a lo descrito por Bernales (1995, citado en Márquez, A., 2004) se encuentra en las narraciones de Daniela una identidad masculina que aparece sustentada en lo laboral, en la incursión del hombre en el espacio público. Serán los hombres los encargados de salir del hogar y buscar la forma de poder  proveer a su mujer e hijos de todo aquello que permita su supervivencia. De ellos se espera que tomen la iniciativa en la relación amorosa, valorando la fortaleza, actitud agresiva, directa y penetrativa en la persecución de sus objetivos. Al respecto, Elina Carril (2001) señala, un hombre “auténtico” debe estar seguro de no contener ni un rasgo de feminidad. Para esta autora las características antes mencionadas han sido imperativos y emblemas identificatorios  fuertes para los varones, los que a su vez son esperados consciente e inconscientemente  por las mujeres.
 La mujer en tanto aparece circunscrita al hogar, al espacio doméstico, debiendo hacerse cargo de la mantención de éste, procurando además el cuidado de los hijos.  En la mujer los valores destacados son la reciprocidad, intimidad y acceso al mundo afectivo. De ella se espera una relegación de sí misma en pos de una mayor disposición al servicio de otros, marido e hijos.
Si bien hoy es posible reconocer cierta flexibilidad en los modelos de género, dentro de lo cual se encuentra la incursión de la mujer en el ámbito público, por medio de su participación en el mundo laboral, en diversos pasajes de su historia,  Daniela da cuenta de ideales de masculinidad y feminidad más cercanos al modelo tradicional en donde masculino y femenino aparecen como universos diferentes, opuestos y excluyentes. Estos modelos se verán graficados en la dinámica que presentarán sus relaciones de pareja y en las evaluaciones que realizará para medir lo que refiere como logros de toda mujer.
“(…) siendo de que estabas con una persona hombre tú tenías sentir, que hacer el papel de mujer, el rol de mujer cachai. De estar de asesora del hogar, pucha de criar a tus sobrinos cachai, era como que teníai que hacer el papel de mujer (…)”
Elina Carril (2001) señala cuál es la vivencia de los sujetos al no poder cumplir con el o los ideales de género, principalmente en aquellas personas cuyas identidades y códigos de género se construyeron prevalentemente bajo los estereotipos tradicionales: independiente de los motivos que produzcan esta imposibilidad, estos sujetos experimentan vivencias de pérdidas yoicas que amenazan el equilibrio narcisista, además del surgimiento de sentimientos de desvalorización, culpa y autorreproches, los que acompañarán y demarcarán estados depresivos, acotando respecto de este último punto, que aludirían a “reacciones afectivas frente a una pérdida”, a una vivencia de duelo.
“(…) yo tengo buena conf…..buena… como te puedo decir… eh buen acercamiento con mi hermano, independiente de que cómo soy o como era…” 
            Si bien Daniela posee familiares directos, como su hermano, tías o primos con quienes mantiene contacto, es una familia de vecinos quienes se convierten en las personas más significativas para ella, constituyéndose en un espacio de contención y cariño, en el que reconoce una preocupación permanente hacia ella. En esta familia encuentra un espacio de escucha y complicidad para sus vivencias, sentimientos y experiencias.
“Exactamente, nunca con la familia yo… con las personas de afuera puedo decir pucha, con mis vecinos, vecinas, con los que me criaron, ellos eran pucha él eran el que yo…ese era mi familia ehhh… me daban pucha consejos y, independiente de cómo era me los daban y hasta el día de hoy me siguen dando cachai consejos porque los veo todavía, y no, no, no me importa si yo ahora hoy he dicho si se muere mi papá yo no voy a estar ahí cachai, aunque me digan no lo estai diciendo de, de la boca, no. Siempre lo he dicho (…)”
“Pero después me di cuenta que sí hubo reemplazo, porque mi vecina, mi vecino cachai, les comentaba las cosas y estuvieron conmigo, en los colegios y todo ese cuento, hubo reemplazo pero… no tanto como tú querí que fuera con tú mamá, pero hubo.  Pasó y eso, eso me, me encantó de que hubiera gente conmigo de que podía…porque con mi tía no lo podía hacer, lo podía hacer con mi, con vecinos cachai, con los mis vecinos de al frente, no con mi tía de al  lado que, y  menos con mi madrina que igual independiente aunque sea tú madrina y siendo que es de  familia tú madrina podí contar las cosas, pero no era, no era, no podíai contarle cosas como por decir “ay pucha tía sabe me gusta un chico” y con los vecinos estos lo pude hacer y me dieron consejos y supe que había reemplazo, pero lo pase.”
“Exacto, exacto, exactamente. Ellos supieron, les conté, pero nunca tampoco hay (murmulla como que le dijeran cosas)  no, al contrario.”
Cuando comienza su proceso de construcción, el cambio en su apariencia, se produce el alejamiento más radical de quienes se constituyeron en su familia, hecho respecto del cual aparecen varias lecturas posibles. Una de ellas se desprende de los planteamientos de Elina Carril ligada al incumplimiento del mandato, a la imposibilidad de responder a los ideales. Al alejarse de la familia, Daniela se aleja de la hetero normatividad de la cual la familia procura ser garante, una hetero normatividad en la que no hay espacio para otra expresión que no sea una de las presentes en el binomio mujer –femenina/ hombre – masculino. En ese sentido, la familia es percibida como un espacio de libertades coartadas, por lo que el alejamiento se genera en la búsqueda de una vida propia, sin ataduras. Ligado a ello existe un profundo temor al rechazo y exclusión  como respuesta, a las miradas reprobatorias, al dolor que le generaría el no re – conocimiento de su familia.
Junto a lo antes señalado es posible sostener que este distanciamiento guarda relación con la necesidad de deshacerse de todas las marcas de la masculinidad, y hacerse partícipe de un modo de ser otro, que posibilite la emergencia de un sujeto desde ese otro lugar al que se comienza a acceder. El nacer desde otro lugar requiere encontrar un espacio propio, libre de los juicios que los demás pudiesen efectuar ante un proceso que no es fácil de realizar, para una identidad que surge de manera tan frágil ante un contexto abiertamente cuestionador.
Sin embargo, esta distancia no aminora la culpa que genera el incumplimiento de los ideales, culpa que queda de manifiesto en la forma en cómo aparece la expresión de los afectos y de la aceptación resignada de su familia al presentarse como Daniela: cómo eres te queremos igual. A la culpa acompaña el temor de la reacción de los otros, la sanción social frente esta expresión indeseable.
 “(…) ahí empezamos a conversar el tema de lo trans con él, y hasta con la señora que me dijo, te veí super bien, ni parente a las otras, y las chiquillas que igual como que yo las veía así de que ya me iban a rechazar las hijastras y no po’h fue super distinto, fue super. Y yo como primera vez igual como que sentía esa onda po´h, de que igual podían hablar mal cachai, (…) porque igual como que me acompleje por el tema familiar, o el tema de las niñas también (…) de que él a lo mejor quería ver a su hermano, en vez de como hermana cachai, pero igual yo me sentía acompleja, pero él me decía no te preocupí si a las finales igual pasan las cosas”
“Todos quedaron así como…bueno ni tan pinta porque me pinto un poco no más y ya como que igual se notaba un poco como que cambié la cara, era el tema del pelo largo y ponerse un sostén con relleno y era distinto porque no me veían como otra persona me veían igual como la persona que era, pero después un  día les dije no po’h, quiero que ustedes me llamen como Daniela, y Daniela voy a ser desde hoy pa´ adelante. Pero pucha es que nos va a costar, me decían mis tías, mis tíos, mis primas, no me decían ay cuéntame la vida entera, entera, entera, porque con mis primas salíamos, carreteábamos, y pucha conocían a mi pareja lo invitaban, mi pareja invitaba a todas mis primas pa’ que él se sintiera igual así como allegado y todo el cuento. Y no po’h ustedes me tienen que llamar como Daniela no más po’h, ay pero no importa te vamos a llamar igual como la otra persona pero te vamos a decir igual Daniela, así como que igual. Pero no se  sorprendieron, así como…se sorprendieron igual con el tema de que cuando me vieron como mina, uy que te veí bien, que te hiciste, y yo en ese tiempo fue la onda de que siempre quería tener el pelo rojo cachai, tuve el pelo rojo así y largo, hasta aquí tenía el pelo y así como que llamé mucho más la atención, el tema de pelo rojo, y mini y quiero que me vean así y así me van a ver (…) si po’h, igual así como que ahora  me ven y pucha igual antes les costaba llamarme como yo quería que me llamaran”.
Cuando se presenta ante su familia les señala cómo quiere que la llamen, como quiere que la reconozcan, informándoles además con esto el corte que busca establecer con su antigua identidad. La dificultad para acceder a la petición de Daniela muestra el conflicto de su familia en el procesamiento de esta nueva identidad: viene a desordenar la dinámica familiar, viene a contrariar la educación que se les está entregando a los niños, marcando su presencia como perturbadora.
“Si po’h, pero no les importó, pero igual me llaman con el otro nombre, hasta el día de hoy no me llaman Daniela, pero a mí me va y me viene le digo yo, porque no me estai  haciendo daño a mí daño, te estai haciéndote daño a tú hija, a mís sobrinas,  porque me estay llamando como una persona de hombre siendo que ellas me están viendo como mujer. No que después cuando sea grande le voy a contar, bueno esa es tú decisión, es la decisión de ellos. Después cuando les contaron ellos reaccionaron así como no importa  yo voy a querer a mi ti, mi tío como es. Igual ellas se sorprendieron porque pensaron que me iban a rechazar, al contrario como que ya igual los cabros chicos de ahora vienen con la mente más abierta, y empezaron, no yo voy a querer a mi tía y mi tío va a ser mi tía, y hasta el día de hoy igual así como que igual el cariño, el regaloneo (…) pero me gustaría verlos y que ellos se sintieran como una tía que les da de todo, porque antes les daba cachai, de  hecho me pedían un par de zapatillas, iba con la plata y se las compraba cachai y llegaba el tema de la pascua y llegaba con los regalos, pero no lo veo super así como muy normal ya hoy en día, pero no estoy urgía porque quiero que me no, ellos si les molesta pa’ mí me da maní, porque no me están dando ellos de comer”
Para Daniela, el no cumplir con la hetero normatividad aparece como un mal menor, habré salido maricón, pero no…., el hecho de no ser drogadicto o ladrón, pareciera surgir como una especie de atenuante de su falta ante su familia y la sociedad que le permitiría ser aceptada. En su argumento, su realidad resulta menos punible, menos delictual, menos enferma, pero da cuenta que Daniela lo vivencia como algo de lo cual debiese estar disculpándose ante su familia, por presentarles esta imagen des-ordenada, por estar fuera de orden.
“Cachai,  y eso es lo que todos, no sé si mi papá, pero toda la familia de mi mamá, de mi papá, están así como contentos cachai, de que habré salido maricón pero no, puta, no salí de esos huevones ladrones que mis hermanas son, porque mis hermanas son ladronas, son ladronas, drogadictas, tienen cabros chicos por montón, andan con cualquier delincuente y puta la casa está ahora sin nada. Yo me desligué de la casa cachai, yo dije yo voy a tener algún día voy a estar así con alguna pareja, bueno nunca pensé eso voy a estar con alguna pareja, algún día dije voy a salir de esta casa, eso no más dije.”
Ya adulta, Daniela halla en parte de su familia su hermano mayor, hijo sólo de su madre y con quien no compartió en su infancia y en un tío materno, que es gay, otros espacios de escucha, apoyo y aceptación en los que encuentra reconocimiento, en los que no se siente en la obligación de dar explicaciones, aún cuando vuelve a plasmarse en sus relatos la culpa y el temor al rechazo agobiantes, por no ser como los otros esperaban que fuera, por defraudarlos. En este caso pareciera ser que la distancia de estas figuras respecto de la familia es el factor que posibilita el encuentro, el funcionar de forma anexa a ella, los hace compartir ciertos códigos, pudiendo relacionarse de forma más fluida y empática.
“Mi tío se puso contento cuando me escuchó hablar, escucharme, nunca yo pensé, nunca, o si hay tíos también que escuchan a la otra persona, no sé, pero pucha igual yo vi que mi tío me puso atención, me apoyo, en el tema de no felicitarme, pero igual se puso contento de que yo le pude contar las cosas po’h (…)”
“No sé po’h, que igual así como que le decían, ay tú hermano, tú hermano, y más que todos le decían es tú hermano, pero ahora no, es, es tú hermana. Es tú hermano, pero no es hermano, es hermana,  así como, como que cuando yo fui a la casa a buscar la dirección le decían no po’h si no es tú hermano.”
“De que él a lo mejor quería ver a su hermano, en vez de como hermana cachai, pero igual yo me sentía acompleja, pero él me decía no te preocupí si a las finales igual pasan las cosas”
“Oy si yo no es primera vez que me hablan del tema, si a las finales a mí me da lo mismo como eres, si a las finales con que tú te sintai bien. Le dije, ay gracias, así como que igual me sentía agobiada cachai, como que al final cuando me dijo esas palabras igual como que eh fue un apoyo que puta igual así como que tú pensabai que te iba a rechazar. Y nunca sentí eso, porque igual me dijo así, estai bien. Pero él pensaba, yo pensé que te ibas a verte como esas que veo por ahí po’h me dijo. Qué te pasa le dije yo así (risas), pero igual como que no, igual como que yo me sentí igual así distinta a él.”
“Es como bien cuático mi hermano, pero siempre ha estado bien, en el sentido conmigo, nunca pucha, nunca me rechazó como mis hermanas po’h, él, él en el sentido de que siempre quiso de que yo fuera como él, profesional y toda esa onda pero, después cuando ya nos empezamos a juntar, a encontrar, él como que igual lo aceptó, igual como que…”
Actualmente Daniela resiente el alejamiento de aquellas personas que constituyeron sus vínculos afectivos más cercanos, se pregunta si alguien ante un acontecimiento significativo, como la muerte de uno de ellos, considerará que debiese participar, en definitiva si aún es considerada parte de la familia. Queda la esperanza de no ser totalmente excluida, ante una distancia que para ella también resulta difícil de revertir, de acortar.
“(…) porque igual ahora he pensado el tema de mi abuelo cachai, por parte de mi mamá, que hace años  que no lo veo, igual así como que también me complica, porque yo cacho que cuando llegue a fallecer, no sé si a mí me….avisaran o no cachai, mi hermano no sé tampoco lo he visto, es como que  igual perdí ese contacto (…)yo cacho que igual así como que por algo también pasará de que no te avisan, no sé. Porque, pero yo se que por parte de mi madrina igual  yo cacho que me van a avisar.”
“Y eso igual como que, en el sentido molesta cuando no te avisan, pero igual yo cacho que cuando se muere alguien, igual como que después vas a una parte y te avisan, ya como bien tarde pero, qué le vamos a hacer cuando tú no puedes ir”
Daniela aún vivencia como una ausencia significativa la muerte de su  madre, con quien imagina podría haber existido una relación de complicidad, escucha y apoyo, lo que le hubiese permitido confiarle sus diversas experiencias de forma franca y abierta, encontrando en ella un espacio de contención.

“Yo pienso que si  mi mamá estuviera viva, hubiese sido más cercana a ella también y yo sé que en este momento estuviera con ella, yo sé que  me estaría apoyando más, cachai, porque siempre en, en, en  todas las ideas que yo pucha le decía ella estaba siempre conmigo, y hubiese sido igual que con mi tía, como  mi madrina que ahora es, que estaría conmigo, yo estaría….pucha saliendo con ella, igual independiente aunque ya… pero le estaría haciendo todo lo que…lo que  no le di a mí papá se lo daría todo a ella cachai, por el tema…independiente que….y yo no tendría, no tendría na´ que ocultarle, le diría todo lo que estoy haciendo, por decir si salgo en la noche a trabajar se lo diría, porque hay algunas que independiente se lo dicen o no pero igual tienen problemas, pero yo sé que yo se lo diría (…)”

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