La relación de
Daniela con su familia de origen se encuentra marcada por su alejamiento de
ésta a temprana edad, constituyendo un hecho crucial en ello la muerte de su
madre. Con ella aparece en su relato un vínculo bastante estrecho, siendo
presentada como una figura protectora, comprensiva y acogedora, absolutamente opuesto a la descripción que
entrega con relación a su padre, quien aparece como una persona distante y poco
eficaz en el cuidado de sus hijos/as, convirtiéndose para Daniela en alguien
altamente cuestionador con relación a su expresión genérica, a lo cual se suman
sus hermanas.
“Ehhhh, mira mi mamá falleció cuando yo tenía 7-8 años. Y él tenía
que encargarse de pagar los estudios míos y de mis hermanas. Él ni siquiera….
mis hermanas se fueron a vivir a otro lado”
“Exacto. Yo cacho que hasta menos, porque hasta los 7 que mi papá nunca me daba de comer cachai,
mi papá ni siquiera…”
“Exacto. Nunca, nunca, pucha nunca independiente con mi papá no
más me decía, pero cachai igual así como
que no… hasta cierta edad yo dije el me va a dejar de comer no más, me va a dar…me va a
dejar de dar de comer nada más hasta cierta edad, y que fueron hasta los 14 años, menos yo cacho.”
Desde la muerte de
la madre de Daniela su familia se comienza a desmembrar, el alcoholismo del
padre y la posterior incursión de sus hermanas en las drogas y la delincuencia
hacen aún más compleja la posibilidad de restaurar los vínculos rotos,
perpetuándose con ello el distanciamiento que marcan la relación con su familia
de origen.
“Si po´h no prácticamente ya estamos todos disp…, dis… como te
dijera, sep…distanciados por decir, no tengo yo ahora el, el e….que decir ay te
falta esto, o mi sobrina está sufriendo, no ahora yo vivo mi mundo, y tengo que
seguir adelante sola, no estoy ni ahí con que me digan pucha, por mí no,
gracias a Dios nunca me han dicho eso, por… yo tengo que decir por mí yo estoy
saliendo sola adelante, nadie me ha sacado, nadie me ha dicho oye tú eres aquí,
tú eres acá.”
Más
allá de lo compleja que resultaba para Daniela la relación con su familia la
separación de ésta igualmente connota soledad. La ruptura de estos vínculos
rompe también con la reciprocidad en la preocupación y cumplimiento hacia los
otros, ella ya no les exige ni espera nada de ellos, y por tanto ellos tampoco
le pueden recriminar, así como tampoco exigir nada a ella.
La
interacción con sus hermanas en tanto,
posee como sello la desconfianza y el rechazo basadas en prejuicios e
ideas estigmatizadoras que se asocian a su vivencia genérica y orientación
sexual. En ellas es posible visualizar resabios de modelos para los cuales
estos sujetos presentan una sexualidad desviada y pervertida ligada a la
ejecución de delitos de connotación sexual. Estas ideas son utilizadas como
argumento para excluirla del círculo familiar, siendo presentada como una amenaza
para éste. Es la forma como en su
familia de origen se manifiesta la sanción social al no cumplir con la hetero
normatividad.
Esta
reacción de su familia acrecienta su temor en el contacto social, bajo la
lógica de si aquellos que lo debiesen apoyar, que debiesen confiar en uno, la
propia familia, no lo hacen, la reacción de los otros, de quienes no lo conocen,
puede ser aún más agresiva, acentuándose aún más el rechazo, discriminación y
exclusión. Frente al establecimiento de contactos sociales se encuentra siempre
patente la posibilidad de no ser aceptada, hecho que la conduce a adoptar una
postura defensiva, mostrándose hiper reactiva e hiper alerta ante los
comentarios y miradas de los otros.
“(…) pero la persona que no
te acepta y que te está rechazando va a dejar cachai a un lado todo porque hay
chicas que le ha pasado ese tema, que no pueden ver a sus hijos por decir, a
sus primos, y que aquí allá, y conmigo ha sido distinto, conmigo pucha han
dejado a los críos conmigo, igual cachai y así como bien, y uno piensa que
puede ser al revés. Pero con mis, con mis hermanas cuando me gritaron esas
cosas, que me decían que yo supuestamente me podía violar a los bebes, y que
aquí que acá cachai, ah yo les dije, palabras y palabras porque a las finales,
aunque les dijeras palabras no me iban a entender…”
“Igual lo paso bien así con ellos, aunque eh con los bebes que
ellos tengan igual tampoco me van a decir ¡ay no los tomí! Casi todas tienen bebe ya, no por eso me van
a decir ay no los tomí, al contrario, tienen confianza, igual le vas después
explicando del tema, aunque ellos yo les he dicho si los bebes no saben de que
yo, cachai, ellos saben que me van a ver como Daniela, no me van a ver como las otras personas que ustedes como me
conocieron. Así que no y ellos no tienen esa desconfianza conmigo de cuando
tengo que ver al bebe y que aquí allá con los hijos, cachai, plena confianza.
Porque igual, gracias a Dios nunca ha pasado ni con mis tíos, ni con mis
primos, ni con mis vecinos de que “Ay
porque soy colita, o porque soy así te
van a ¡Ay no lo tomí!”
“(…) y yo pa´ mí mi familia
era mi mamá, y mi mamá murió yyyy ya la
tengo aquí (señala su corazón) y nunca más cachai, pero no mi papá no,
igual que mis hermanas también, no les
pasa algo, yo no voy a estar velando por ellos
porque ellos por mí no lo van a hacer, y es más, mis tíos a mí me están
diciendo si a mí acaso me llega a pasar algo ellos van a velar por mí, pero…no
debe de ser cachai, porque yo debe…yo
debería de velar por las personas que me crie, que me criaron cachai yyyy mejor
dicho voy a estar velando por las personas que me criaron, no por las personas que me, que me dieron por decir un tiempo de comer que fue mi
familia que fue mi papá. Pero no, eh mis tíos igual me adoran, me quieren todo el tema, y aunque quieran o no
quieran me tienen que aceptar” (ríe)
Daniela es quien
más resiente la muerte de su madre por el vínculo tan cercano que mantenían. Éste
aparece para ella como un factor que permitiría entender su forma de
comportarse e intereses, lo que para ella podría haber sido distinto si hubiese
estado más cerca de su padre, como sí lo estuvieron sus hermanas, a quienes
describe en algunos pasajes como poco femeninas.
Posterior a la
muerte de su madre asume el rol de ésta en la casa, hecho que es fuertemente
recriminado por su padre, quien permanentemente le reprocha sus comportamientos,
por cuanto considera que éstos no se ajustan a la forma en la que debiese
conducirse siendo hombre.
“Mi papá si me molestaba, porque no le gustaba que no le hiciera
la cama, no le gustaba que hiciera el aseo en la casa cachai, porque él que…
porque él pa´ él como el apellido que llevamos nosotros es bien de macho, la
familia de mi papá es bien así como machista, mi papá me decía “no, si esto lo
hacen las mujeres”. Pero si no están las chiquillas ¿quién querí que haga las
cosas?, y a mí no me gusta la cochina, no me gusta vivir así. Hasta que un día
yo le dije ya yo no me voy a preocupar de tú pieza ve tus huevas, así, hace tus
cosas yo voy a hacer pero yo quiero mantener la casa limpia porque cuando
vengan mis amigos, mis visitas yo quiero recibirlos bien.”
“(…) yo dije tengo que luchar por lo mío, tengo que luchar por lo
que mi mamá luchó, cachai, pero no dejar de estudiar, no. Estudié cachai, me
dediqué a la casa independiente de que mi papá esté o no esté, eh, eh mis
hermanas van a estar por allá yo voy a estar acá. Porque todos también pensaban
de que yo por que iba a quedar solo iba a ser marihuanero lo que hace un chico cuando está solo a esa edad, yo me dediqué a
la casa, a que mi papá me pasara el sueldo por decir, no pa’ mí, pa’ mis
hermanas.”
“Fui yo la segunda mamá de la casa cachai…”
“(…)pero él siempre me
decía eso de que yo tenía que hacer las cosas de los hombres y no de las
mujeres, si cuando teníamos que ir a elevar volantines…me quedaba con mi mamá
cocinando, mis hermanas tenían que ir porque era así como…”
“Así como muy afeminado cachai (…) Es que yo sentía que así como
que mi mamá igual me acogía mucho, me por decir….me compraba lo que yo quería
mis hermanas no, mi papá a mis hermanas,
era todo cambiado en la casa cachai.”
Tanto en las
reacciones y comentarios de su padre, como en aquellos esgrimidos por otros
integrantes de su familia, como abuelo o tíos, se hace patente el papel de la
familia como agente transmisor de los ordenamientos de género. Con relación a
ellos Daniela muestra su ajenidad respecto de los modelos de masculinidad que
le eran presentados, modelos de los cuales no se sentía parte.
“Porque igual yo pensaba, cuando me decían “ay si a tí se te
tiene…”porque es típico de los curaos cuando hablan los tíos, los tíos más
viejos, ¡ay vo´h tení que pescarte a las minas y aquí y allá!... ay a mí no me
interesa esa cosa yo hablaba cachai, no me interesa esa lesera, me iba pa´
donde ellas po´h a hablar del tema de que pucha el rímel o el vestido de novia
o la revista cachai eran esas cosas o de monitos, no, no me gustaba el tema
de….así que por eso me gustaba estar con la mina, con el tema de estar con los
hombres, menos jugar a al tema de tema de las cartas. Yo encontraba todo el
tema de hombres, lo encontraba super aburrido, no me gustaba pucha hablar de
temas de hombres menos de fútbol, cuando hablaban de fútbol era atroz, cuando veían partidos era atroz
también y que ahí tenía que estar cachai, me ponía a veces que ir a la cocina o mis primas se compraban algo
y yo estaba ahí metío cachai, así.”
La familia se
encuentra posicionada como un “agente en el que se supone la transmisión de
valores y normas presentes en la sociedad, aparece (…) como un espacio en el
que se yerguen y prescriben ciertos comportamientos, forjándose así las
identidades de hombres y mujeres” (Márquez, A., 2004, p. 148).
Daniela, a través
de los discursos de quienes conforman su círculo de relaciones cercanas, va
teniendo conocimiento de las expectativas a las que los demás esperan que
responda en las diversas etapas de su vida. Acorde a lo descrito por Bernales
(1995, citado en Márquez, A., 2004) se encuentra en las narraciones de Daniela
una identidad masculina que aparece sustentada en lo laboral, en la incursión del
hombre en el espacio público. Serán los hombres los encargados de salir del
hogar y buscar la forma de poder proveer
a su mujer e hijos de todo aquello que permita su supervivencia. De ellos se
espera que tomen la iniciativa en la relación amorosa, valorando la fortaleza,
actitud agresiva, directa y penetrativa en la persecución de sus objetivos. Al
respecto, Elina Carril (2001) señala, un hombre “auténtico” debe estar seguro
de no contener ni un rasgo de feminidad. Para esta autora las características
antes mencionadas han sido imperativos y emblemas identificatorios fuertes para los varones, los que a su vez
son esperados consciente e inconscientemente
por las mujeres.
La mujer en tanto aparece circunscrita al
hogar, al espacio doméstico, debiendo hacerse cargo de la mantención de éste,
procurando además el cuidado de los hijos.
En la mujer los valores destacados son la reciprocidad, intimidad y
acceso al mundo afectivo. De ella se espera una relegación de sí misma en pos
de una mayor disposición al servicio de otros, marido e hijos.
Si bien hoy es
posible reconocer cierta flexibilidad en los modelos de género, dentro de lo
cual se encuentra la incursión de la mujer en el ámbito público, por medio de
su participación en el mundo laboral, en diversos pasajes de su historia, Daniela da cuenta de ideales de masculinidad
y feminidad más cercanos al modelo tradicional en donde masculino y femenino
aparecen como universos diferentes, opuestos y excluyentes. Estos modelos se
verán graficados en la dinámica que presentarán sus relaciones de pareja y en
las evaluaciones que realizará para medir lo que refiere como logros de toda mujer.
“(…) siendo de que estabas con una persona hombre tú tenías
sentir, que hacer el papel de mujer, el rol de mujer cachai. De estar de
asesora del hogar, pucha de criar a tus sobrinos cachai, era como que teníai
que hacer el papel de mujer (…)”
Elina Carril
(2001) señala cuál es la vivencia de los sujetos al no poder cumplir con el o
los ideales de género, principalmente en aquellas personas cuyas identidades y
códigos de género se construyeron prevalentemente bajo los estereotipos
tradicionales: independiente de los motivos que produzcan esta
imposibilidad, estos sujetos experimentan vivencias de pérdidas yoicas que
amenazan el equilibrio narcisista, además del surgimiento de sentimientos de
desvalorización, culpa y autorreproches, los que acompañarán y demarcarán
estados depresivos, acotando respecto de este último punto, que aludirían a
“reacciones afectivas frente a una pérdida”, a una vivencia de duelo.
“(…) yo tengo buena conf…..buena… como te puedo decir… eh buen
acercamiento con mi hermano, independiente de que cómo soy o como era…”
Si bien Daniela posee familiares
directos, como su hermano, tías o primos con quienes mantiene contacto, es una
familia de vecinos quienes se convierten en las personas más significativas
para ella, constituyéndose en un espacio de contención y cariño, en el que
reconoce una preocupación permanente hacia ella. En esta familia encuentra un
espacio de escucha y complicidad para sus vivencias, sentimientos y
experiencias.
“Exactamente, nunca con la familia yo… con las personas de afuera
puedo decir pucha, con mis vecinos, vecinas, con los que me criaron, ellos eran
pucha él eran el que yo…ese era mi familia ehhh… me daban pucha consejos y,
independiente de cómo era me los daban y hasta el día de hoy me siguen dando
cachai consejos porque los veo todavía, y
no, no, no me importa si yo ahora hoy he dicho si se muere mi papá yo no voy a
estar ahí cachai, aunque me digan no lo estai diciendo de, de la boca, no.
Siempre lo he dicho (…)”
“Pero después me di cuenta que sí hubo reemplazo, porque mi
vecina, mi vecino cachai, les comentaba las cosas y estuvieron conmigo, en los
colegios y todo ese cuento, hubo reemplazo pero… no tanto como tú querí que
fuera con tú mamá, pero hubo. Pasó y
eso, eso me, me encantó de que hubiera gente conmigo de que podía…porque con mi
tía no lo podía hacer, lo podía hacer con mi, con vecinos cachai, con los mis
vecinos de al frente, no con mi tía de al
lado que, y menos con mi madrina
que igual independiente aunque sea tú madrina y siendo que es de familia tú madrina podí contar las cosas,
pero no era, no era, no podíai contarle cosas como por decir “ay pucha tía sabe
me gusta un chico” y con los vecinos estos lo pude hacer y me dieron consejos y
supe que había reemplazo, pero lo pase.”
“Exacto, exacto, exactamente. Ellos supieron, les conté, pero
nunca tampoco hay (murmulla como que le dijeran cosas) no, al contrario.”
Cuando comienza su
proceso de construcción, el cambio en su apariencia, se produce el alejamiento
más radical de quienes se constituyeron en su familia, hecho respecto del cual
aparecen varias lecturas posibles. Una de ellas se desprende de los
planteamientos de Elina Carril ligada al incumplimiento del mandato, a la
imposibilidad de responder a los ideales. Al alejarse de la familia, Daniela se
aleja de la hetero normatividad de la cual la familia procura ser garante, una
hetero normatividad en la que no hay espacio para otra expresión que no sea una
de las presentes en el binomio mujer –femenina/ hombre – masculino. En ese
sentido, la familia es percibida como un espacio de libertades coartadas, por
lo que el alejamiento se genera en la búsqueda de una vida propia, sin
ataduras. Ligado a ello existe un profundo temor al rechazo y exclusión como respuesta, a las miradas reprobatorias,
al dolor que le generaría el no re – conocimiento de su familia.
Junto a lo antes
señalado es posible sostener que este distanciamiento guarda relación con la
necesidad de deshacerse de todas las marcas de la masculinidad, y hacerse
partícipe de un modo de ser otro, que posibilite la emergencia de un sujeto
desde ese otro lugar al que se comienza a acceder. El nacer desde otro lugar
requiere encontrar un espacio propio, libre de los juicios que los demás
pudiesen efectuar ante un proceso que no es fácil de realizar, para una
identidad que surge de manera tan frágil ante un contexto abiertamente
cuestionador.
Sin embargo, esta
distancia no aminora la culpa que genera el incumplimiento de los ideales,
culpa que queda de manifiesto en la forma en cómo aparece la expresión de los
afectos y de la aceptación resignada de su familia al presentarse como Daniela:
cómo eres te queremos igual. A la
culpa acompaña el temor de la reacción de los otros, la sanción social frente esta expresión indeseable.
“(…) ahí empezamos a
conversar el tema de lo trans con él, y hasta con la señora que me dijo, te veí
super bien, ni parente a las otras, y las chiquillas que igual como que yo las
veía así de que ya me iban a rechazar las hijastras y no po’h fue super
distinto, fue super. Y yo como primera vez igual como que sentía esa onda po´h,
de que igual podían hablar mal cachai, (…) porque igual como que me acompleje
por el tema familiar, o el tema de las niñas también (…) de que él a lo mejor
quería ver a su hermano, en vez de como hermana cachai, pero igual yo me sentía
acompleja, pero él me decía no te preocupí si a las finales igual pasan las
cosas”
“Todos quedaron así como…bueno ni tan pinta porque me pinto un
poco no más y ya como que igual se notaba un poco como que cambié la cara, era
el tema del pelo largo y ponerse un sostén con relleno y era distinto porque no
me veían como otra persona me veían igual como la persona que era, pero después
un día les dije no po’h, quiero que
ustedes me llamen como Daniela, y Daniela voy a ser desde hoy pa´ adelante.
Pero pucha es que nos va a costar, me decían mis tías, mis tíos, mis primas, no
me decían ay cuéntame la vida entera, entera, entera, porque con mis primas
salíamos, carreteábamos, y pucha conocían a mi pareja lo invitaban, mi pareja
invitaba a todas mis primas pa’ que él se sintiera igual así como allegado y
todo el cuento. Y no po’h ustedes me tienen que llamar como Daniela no más
po’h, ay pero no importa te vamos a llamar igual como la otra persona pero te
vamos a decir igual Daniela, así como que igual. Pero no se sorprendieron, así como…se sorprendieron
igual con el tema de que cuando me vieron como mina, uy que te veí bien, que te
hiciste, y yo en ese tiempo fue la onda de que siempre quería tener el pelo
rojo cachai, tuve el pelo rojo así y largo, hasta aquí tenía el pelo y así como
que llamé mucho más la atención, el tema de pelo rojo, y mini y quiero que me
vean así y así me van a ver (…) si po’h, igual así como que ahora me ven y pucha igual antes les costaba
llamarme como yo quería que me llamaran”.
Cuando se presenta
ante su familia les señala cómo quiere que la llamen, como quiere que la
reconozcan, informándoles además con esto el corte que busca establecer con su
antigua identidad. La dificultad para acceder a la petición de Daniela muestra
el conflicto de su familia en el procesamiento de esta nueva identidad: viene a
desordenar la dinámica familiar, viene a contrariar la educación que se les
está entregando a los niños, marcando su presencia como perturbadora.
“Si po’h, pero no les importó, pero igual me llaman con el otro
nombre, hasta el día de hoy no me llaman Daniela, pero a mí me va y me viene le
digo yo, porque no me estai haciendo
daño a mí daño, te estai haciéndote daño a tú hija, a mís sobrinas, porque me estay llamando como una persona de
hombre siendo que ellas me están viendo como mujer. No que después cuando sea
grande le voy a contar, bueno esa es tú decisión, es la decisión de ellos.
Después cuando les contaron ellos reaccionaron así como no importa yo voy a querer a mi ti, mi tío como es.
Igual ellas se sorprendieron porque pensaron que me iban a rechazar, al
contrario como que ya igual los cabros chicos de ahora vienen con la mente más
abierta, y empezaron, no yo voy a querer a mi tía y mi tío va a ser mi tía, y
hasta el día de hoy igual así como que igual el cariño, el regaloneo (…) pero
me gustaría verlos y que ellos se sintieran como una tía que les da de todo,
porque antes les daba cachai, de hecho
me pedían un par de zapatillas, iba con la plata y se las compraba cachai y
llegaba el tema de la pascua y llegaba con los regalos, pero no lo veo super
así como muy normal ya hoy en día, pero no estoy urgía porque quiero que me no,
ellos si les molesta pa’ mí me da maní, porque no me están dando ellos de
comer”
Para Daniela, el
no cumplir con la hetero normatividad aparece como un mal menor, habré salido maricón, pero no…., el
hecho de no ser drogadicto o ladrón, pareciera surgir como una especie de
atenuante de su falta ante su familia y la sociedad que le permitiría ser
aceptada. En su argumento, su realidad resulta menos punible, menos delictual,
menos enferma, pero da cuenta que Daniela lo vivencia como algo de lo cual
debiese estar disculpándose ante su familia, por presentarles esta imagen
des-ordenada, por estar fuera de orden.
“Cachai, y eso es lo que
todos, no sé si mi papá, pero toda la familia de mi mamá, de mi papá, están así
como contentos cachai, de que habré salido maricón pero no, puta, no salí de
esos huevones ladrones que mis hermanas son, porque mis hermanas son ladronas,
son ladronas, drogadictas, tienen cabros chicos por montón, andan con cualquier
delincuente y puta la casa está ahora sin nada. Yo me desligué de la casa
cachai, yo dije yo voy a tener algún día voy a estar así con alguna pareja,
bueno nunca pensé eso voy a estar con alguna pareja, algún día dije voy a salir
de esta casa, eso no más dije.”
Ya adulta, Daniela
halla en parte de su familia su hermano mayor, hijo sólo de su madre y con
quien no compartió en su infancia y en un tío materno, que es gay, otros
espacios de escucha, apoyo y aceptación en los que encuentra reconocimiento, en
los que no se siente en la obligación de dar explicaciones, aún cuando vuelve a
plasmarse en sus relatos la culpa y el temor al rechazo agobiantes, por no ser
como los otros esperaban que fuera, por defraudarlos. En este caso pareciera
ser que la distancia de estas figuras respecto de la familia es el factor que
posibilita el encuentro, el funcionar de forma anexa a ella, los hace compartir
ciertos códigos, pudiendo relacionarse de forma más fluida y empática.
“Mi tío se puso contento cuando me escuchó hablar, escucharme,
nunca yo pensé, nunca, o si hay tíos también que escuchan a la otra persona, no
sé, pero pucha igual yo vi que mi tío me puso atención, me apoyo, en el tema de
no felicitarme, pero igual se puso contento de que yo le pude contar las cosas
po’h (…)”
“No sé po’h, que igual así como que le decían, ay tú hermano, tú
hermano, y más que todos le decían es tú hermano, pero ahora no, es, es tú
hermana. Es tú hermano, pero no es hermano, es hermana, así como, como que cuando yo fui a la casa a
buscar la dirección le decían no po’h si no es tú hermano.”
“De que él a lo mejor quería ver a su hermano, en vez de como
hermana cachai, pero igual yo me sentía acompleja, pero él me decía no te
preocupí si a las finales igual pasan las cosas”
“Oy si yo no es primera vez que me hablan del tema, si a las
finales a mí me da lo mismo como eres, si a las finales con que tú te sintai
bien. Le dije, ay gracias, así como que igual me sentía agobiada cachai, como que
al final cuando me dijo esas palabras igual como que eh fue un apoyo que puta
igual así como que tú pensabai que te iba a rechazar. Y nunca sentí eso, porque
igual me dijo así, estai bien. Pero él pensaba, yo pensé que te ibas a verte
como esas que veo por ahí po’h me dijo. Qué te pasa le dije yo así (risas),
pero igual como que no, igual como que yo me sentí igual así distinta a él.”
“Es como bien cuático mi hermano, pero siempre ha estado bien, en
el sentido conmigo, nunca pucha, nunca me rechazó como mis hermanas po’h, él,
él en el sentido de que siempre quiso de que yo fuera como él, profesional y
toda esa onda pero, después cuando ya nos empezamos a juntar, a encontrar, él
como que igual lo aceptó, igual como que…”
Actualmente
Daniela resiente el alejamiento de aquellas personas que constituyeron sus
vínculos afectivos más cercanos, se pregunta si alguien ante un acontecimiento
significativo, como la muerte de uno de ellos, considerará que debiese
participar, en definitiva si aún es considerada parte de la familia. Queda la
esperanza de no ser totalmente excluida, ante una distancia que para ella
también resulta difícil de revertir, de acortar.
“(…) porque igual ahora he pensado el tema de mi abuelo cachai,
por parte de mi mamá, que hace años que
no lo veo, igual así como que también me complica, porque yo cacho que cuando
llegue a fallecer, no sé si a mí me….avisaran o no cachai, mi hermano no sé
tampoco lo he visto, es como que igual
perdí ese contacto (…)yo cacho que igual así como que por algo también pasará
de que no te avisan, no sé. Porque, pero yo se que por parte de mi madrina
igual yo cacho que me van a avisar.”
“Y eso igual como que, en el sentido molesta cuando no te avisan,
pero igual yo cacho que cuando se muere alguien, igual como que después vas a
una parte y te avisan, ya como bien tarde pero, qué le vamos a hacer cuando tú
no puedes ir”
Daniela aún vivencia
como una ausencia significativa la muerte de su
madre, con quien imagina podría haber existido una relación de
complicidad, escucha y apoyo, lo que le hubiese permitido confiarle sus
diversas experiencias de forma franca y abierta, encontrando en ella un espacio
de contención.
“Yo pienso que si mi mamá
estuviera viva, hubiese sido más cercana a ella también y yo sé que en este momento
estuviera con ella, yo sé que me estaría
apoyando más, cachai, porque siempre en, en, en
todas las ideas que yo pucha le decía ella estaba siempre conmigo, y
hubiese sido igual que con mi tía, como
mi madrina que ahora es, que estaría conmigo, yo estaría….pucha saliendo
con ella, igual independiente aunque ya… pero le estaría haciendo todo lo
que…lo que no le di a mí papá se lo
daría todo a ella cachai, por el tema…independiente que….y yo no tendría, no
tendría na´ que ocultarle, le diría todo lo que estoy haciendo, por decir si
salgo en la noche a trabajar se lo diría, porque hay algunas que independiente
se lo dicen o no pero igual tienen problemas, pero yo sé que yo se lo diría
(…)”
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