A través de las
diversas interacciones sociales que se establecen en la infancia, los niños van
aprendiendo las significaciones sociales entre una niña y un niño, asiendo los
símbolos de la feminidad y la masculinidad que irán conformando sus respectivas
identidades.
Respecto de los
relatos de Daniela con relación a su infancia, se podría plantear una
distinción en lo que tiene relación con los vínculos que estableció con quienes
eran sus pares etarios por una parte, y su grupo familiar por otra, en el
contexto de lo que fueron algunas de las primeras expresiones de lo que aparece
como una vivencia genérica ajena a los mandatos establecidos para su sexo.
“En el tema de jugar lo
pasaba super bien, desde por decir desde que tengo uso de razón, desde que yo
tengo 5 años cachai empecé así como que lo que era el tema de ser hombre o
mujer siempre jugaba en el rol de ser el papel de la mamá, de, de ponerse ropa
más elegante, de prestarse la ropa, me encantaba ser el tema de, de ser más
mujer cachai, nunca puse eso de que yo tenía que ser el papá, nunca use el tema
de que yo tenía que ser el papá, yo tenía que ser siempre la mamá o la tía
cachai, así como bien…..pero era así super divertido porque igual ahora, al
final igual mis amigos les gustaba
porque igual así como que yo les llamaba mucho la atención también porque era
muy femenina a como mis hermanos o amigas que tenía, era más femenina…”
“(…) Pucha igual así como,
en el tema de cómo siempre se ha dicho, uno nace no se hace, cachai. Y yo sentí de que yo nací cachai, nací así como
pensando como mina (…)”
“Es que igual pensaba como mina po´h cachai, porque eh…. A ver el
tema de que…. el tema de los bailes, el tema de ser muy ordenada, muy limpia y
siempre las minas van a ser ordenadas cachai”
En su relato de
infancia aparece en primer lugar el juego como instancia positivamente
investida y de construcción identitaria. En él se encuentra la posibilidad de
la representación de lo que en la adultez será asumido de forma permanente. El
“cómo sí” del juego hace viable la expresión de su deseo
sin que éste sea reprobado por los otros, ya que aparece como un acto más bien
momentáneo y transitorio. El juego se constituye así en un espacio protegido
para que Daniela ensaye sus primeros roles de género.
Sin embargo los
roles que ella asume son contrarios a aquellos comportamientos que se
consideran como apropiados para su sexo, presentando una identificación de
género femenina, la que sin embargo, para poder ser expresada en plenitud,
requiere de la asistencia de otras que “le presten ropa” para poder aparecer
como la mamá o como la tía.
Su identidad la
asocia a una especie de naturaleza femenina, dando cuenta de una subjetividad
siempre presente (nací así pensando como
mina), al señalar “uno nace no se
hace” es posible leer, como plantea Facuse (1998), el interés por
establecer una continuidad en su identidad de género, que le otorgue seguridad
y autoafirmación a su actual discurso sobre sí misma.
En la infancia, el
juego se constituye en una herramienta privilegiada para la transmisión de la
lógica de género. Por medio de éste se presenta a los niños su lugar dentro de
los ordenamientos de género, sus posibles ámbitos de acción y formas de
comportamiento, proveyendo de pautas con relación a los cuerpos e identidades
femeninas y masculinas.
A través de los
juegos los niños establecerán categorías tanto de sí mismos como de los otros
en términos identitarios, en este contexto los adultos cercanos al niño irán
reforzando o castigando comportamientos o actitudes en concordancia con los
mandatos del género.
“Yo sentí de que no, de que cuando, yo tengo uso de razón que iba
con mi mamá pa’ todos lados, me comportaba como muy caballero y cuando te dicen
el caballero es muy…..cachai, muy tranquilito (…) en ese tiempo los tíos, los
abuelos, te decían así po’h cachai. Es muy señorita pa’ sus cosas, no anda como
los otros (…) y yo igual así como pollito y todo el cuento y metido en la
conversa de los grandes, y escuchando, pero nunca así como salir a…porque igual
te decían “¡anda a jugar a la pelota cabro de mierda!” no y yo, no si estoy
bien aquí, así como, cachai. Pero nunca, por eso yo pensaba no como….mi mamá
igual me aportaba igual en el tema de que
“hijo ven a ayudarme a hacer esto” cachai, porque igual le gustaba que
también trabajara, pero de que me vaya a jugar a la pelota no, o a los
volantines, las bolitas nunca, cachai, no, no, no me llamaba mucho la atención.
Me quedaba, prefiero cocinar con mi mamá que ir a jugar a la pelota po’h, no
que atroz. O cuando se pintaba mi mamá, se arreglaba, se ponía la ropa,
prefería ver eso yo, que a mi papá poniéndose...Y siempre me llamaban también a
jugar a los volantines, “¡ay que ven a jugar a la pelota!”, yo no (risas), así
como prefería jugar a las muñecas también que, que igual cuando peleaba con mis
hermanas por las muñecas, porque las muñecas eran más bonitas que mis cosas que
me regalaban. Por eso. Por eso yo digo que de hacerse imposible”
“(…) ellas eran menores que yo e igual así como que no les gustaba
el tema de jugar a la pelo… de jugar a
la muñeca, les gustaba más jugar a la pelota y hacer juegos bruscos con los
hombres cachai, se ponían entre medio de mis amigos y eso era lo que les
molestaba de que yo tenía que ser como más dife…. eh, cómo ¿a ver?, más
llamativo en el tema de que yo me producía más y ellas no cachai, era muy
así como que yo me tomaba mi tiempo en
la hora de bañarse, vestirme, arreglarme, ellas no po´h, ellas se ponían lo que
querían no más, yo era muy así, era como
muy cuico.”
“(…) desde chico igual así como que hubo un poco de que, no
que tú eres más lindo tú, eres más feo,
pero pasaba de que ellas tenían que jugar más a la pelota y yo al tema de las muñecas poh”
“Eso, eso, no al contrario jugaba a todos, porque antes
todos los juegos de hombres eran de hombres cachai (…)”
El que Daniela no
se adecuara a las normativas del juego, haciendo suyos juguetes y juegos
destinados a sus hermanas, aparece como un primer elemento tensionador en la
relación con ellas, la que más tarde se intensificará y trasladará a ámbitos
como las relaciones de pareja, generándose respecto de sus hermanas una
relación de envidia, rivalidad y competencia por ocupar un lugar, el que en su
infancia encuentra su significación en la diferencia.
En el relato de
Daniela queda evidenciada la percepción por parte de ella de rígidas
expectativas de rol de género, el que plantea de forma excluyente
comportamientos apropiados para hombres y mujeres. La expresión de esta rigidez
se manifiesta en las recriminaciones y cuestionamientos que recibe por parte de
su familia, quienes la instan a realizar actividades más acordes a sus pares
hombres - masculinos.
Desde su
experiencia, Daniela sugiere que un niño, ante la reacción adversa de su medio, puede comenzar a creer
que al practicar actividades que no están prescritas para varones, como jugar a
las muñecas, que algo en él está mal, errado, defectuoso.
“(…) en los tiempos de que
tú vienes conociendo esta onda de…ser trans, ser gay o ser lésbica, porque
antiguamente esas cosas no se veían, pero ahora yo lo veo así como que pa’ mí ahora esto es normal, antes no se veía
esto, porque ahora por decir tú le
contai a un chico desde ¿a ver? desde la edad de ahora a la edad antigua nunca
jugaban al tema de las muñecas como
ahora.”
“(…) Igual juegan a otras cosas, independiente de que ya empiezan
a ser gay o ser trans pero igual tienen el tema como de defecto, pero no me
gustaría que los chicos pensaran “ah porque tú jugaste a las muñecas fuiste
maricón”, no.”
No obstante lo
anterior, pareciera señalar además que el sólo ejercicio de determinadas
prácticas no se constituye en el único elemento determinante en la construcción
identitaria, aún cuando pareciera generar fuertes repercusiones negativas en la
autoestima y relación con los otros.
En esta vivencia
de defecto, de ajenidad, resulta complejo significar las diversas vivencias que
se van experimentando:
“¿A ver?, antes, ahora es como decir pucha, hay tanto tema de en
la tele que muestran al tiro la diferencia de ser gay, lésbica y ser trans y
ser hetero cachai, y al tiro el tema del sexo y así el chico empieza ya a
captar, pero antes prácticamente uno tenía que diferenciar que es lo que éramos nosotros o que…. si era un chico que
se ponía la ropa de la mamá ya era un maricón tal por cual, pero no…. no en el
sentido así cómo uno lo quería sentir como ahora, era como un palabreo más
cachai, “ay que va a salir aquí” era
como un garabateo e pero igual así como “no que no tení que ser así “, cosas
así.”
Hoy Daniela
percibe una mayor socialización y visibilidad de grupos de diversidad sexual en
ámbitos más masivos, cotidianos y
públicos como la televisión, a diferencia de lo que ella tuvo que enfrentar en
su infancia de forma solitaria, sin mayores referentes, y en que más allá de
las recriminaciones por determinadas actitudes no había nada que facilitara la
estructuración de lo que resultaba confuso y desconocido.
“Yo me sentía distinta, pero igual así como más llamativa. El tema
de que igual los gestos femeninos cachai, era como que igual como que los chicos te iban a
querer más.(…) como que ellos nunca me aislaron me hicieron sentir más del
grupo nunca me aislaron de (…) pucha yo era por decir, era como que yo estaba
en un altar porque igual me sentía como más aga… a ….como es la palabra cuando
uno es, es abanica por tantos hombres siendo que hay hartas mujeres, y son más bonitas que tú, eso era
como que yo me sentía así”
“Porque igual yo no pensé
así como gay, no pensé así como trans. (…) eh, nunca pensé tampoco de que yo
podía ser trans, como trans. Yo pensaba no más de que era un gay fuerte, y un
colita fuerte, un maricón que tantos dicen, y
que iba a sentir….y que iba a pensar como mujer eso era el tema que yo tenía, y que yo me iba a
vestir hombre y que puta iba a andar muy afeminado, ese era así lo pensaba.
Si bien Daniela
durante su infancia no posee claridad respecto de una definición de sí misma
desde un género en particular, lo que sí es claro para ella es el sentimiento
de diferencia con relación a sus pares, de ajenidad, aún cuando podía reconocer
una mayor cercanía a los intereses y formas de ser femeninas.
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